miércoles, 5 de febrero de 2014

Andábamos en motocicleta.

Avanzan los kilómetros. El sol está allí arríba y nosotros nos acercamos aún más. Dejamos atrás casas habitadas, rutinas desdichadas, la infelicidad.  En minutos se acumulan paisajes, tranquilidad. Me sostengo fuerte en tu cintura, aceleras respirando libertad. Con el casco presiento seguridad, mis brazos se sueltan, forman línea recta, pero siento miedo y te vuelvo a abrazar.

La melodía aguda del viento anuncia que quedamos sólo nosotros en la carretera. Mi cabello pretende parecerse al chasis. Abro los labios, inspiro, grito. Así me quería escuchar. Te pones a cantar.  El camino ha dejado de ser liso. Venzo al miedo. Me paro. Mis brazos se sostienen sobre tus hombros. Esto es libertad.

Las palabras parecen pronunciadas por ovejas. Es el recorrido en el que sonreímos y disfrutamos de lo que llamamos bienestar.