miércoles, 26 de diciembre de 2012

Escalas


Cuando se hace innecesario, sólo queda decirse uno mismo que es innecesario.
Las fuerzas se han mudado, pero los sueños se cimentaron.
Tanta constancia han marcado las 8 horas que poco a poco empezaron a jugar a ser 3, 5 y hasta 14, porque las he ido canjeando con el insomnio.
Me he ido a pasear a otra cama, a otro cuarto, a otro color de paredes. Me he ido de la ciudad.

Lo insensato es que extraño a nuestra felicidad.

Te imagino.

Me he distraído con las diferencias que atrae la distancia.

He fotografiado los momentos incómodos y los mantengo enumerados para  desear tirártelos todos en la cara cuando siento que ya no aguanto.

La historia no ha cambiado.

No quiero despertar cuando se trata de coincidir con la realidad que se me ha quitado.

Y empezar de nuevo así.

martes, 4 de diciembre de 2012

Días.

Se acabaron los horarios de la rutina que esporádicamente  seguí después de renunciar al trabajo.
Despierto al medio día sin entrar a la página de la universidad para revisar mi porcentaje de faltas.
Me siento bien, porque en estos días ya no estoy incumpliendo nada.
Me someto a mis reglas específicas del mundo al que sólo  pertenezco yo.
No veo las series que usualmente sigo. No salgo a caminar sin destino.
Le rindo reverencia a mi ociosidad.
Mi cama es un palacio del que sólo me ausento para cocinar.
No quiero que los tomates se malogren. Porque es Navidad pronto y a mi conciencia le da pena dejar malograr las cosas del refrigerador.
Me fumo los cigarros del cuarto de Adriana. Voy a devolvérselos cuando decida  ir a la tienda.
Me encanta estar incomunicada. Alejada, según yo, del tiempo y de la vida que todos debemos seguir.
Dedico las madrugadas de insomnio a escribirle miles de versos cursis, porque nunca los publicaré, porque quedarán en mi disco D.
Cuando me despierto, canto la Gallina turuleca poniéndole el final de los elefantes balanceándose sobre la tela de una araña. Luego, paso a Zoé, Cafe Tacuba y a los Toribianitos.
Estos días me encantan. Todo sería un desorden para otros ojos. Para mí, es como me gusta vivir.
Resulta que quiero ausentarme de todos los grandes acontencimentos, de ir a conciertos  y de tomar cerveza   con  los mismos rostros.
Quisiera ser un picaflor y alimentarme de polen. Tener muchos colores, un pico largo y volar sobre mi cama en círculos.
Ya se hizo el arroz, me falta pelar los tomates y decidir si hoy frío carne o pollo.
No ha salido el Sol y agradezco por eso hoy. Tal vez mañana me den ganas de que no haga frío, pero hoy, no.