jueves, 19 de julio de 2012

Vacío comprendido

He intentado tantas veces darte un espacio. Cada vez los he hecho más largos. En cada uno de ellos te extrañé de diferentes maneras.  He pintado mis cajones con esmalte y varias temperas. He mencionado tu nombre en mi libreta hasta casi llenarla toda.  A veces me encontrabas y a veces era yo la que te buscaba. Con estas bienvenidas y rápidas despedidas, sólo me quedé con un lápiz desgastado y toneladas de papel.

 Te has ido mil veces y te extrañé las primeras veces.  I have drunk hasta decir basta. Te he hecho presente hasta con desconocidos y entre ausentes. Fuiste mi único tema de conversación tantas veces. Ha permanecido tu ausencia la mayoría de esas veces. 

La verdad es que ahora existen demasiadas dudas. Estoy cansada de escuchar de terceros que no me quieres. Pero creo que la inseguridad no me permite ver la realidad y entender que es cierto, ya no me quieres.






Sucede cuando escribo.

Olvido que ser mujer amerita portarse bien.  Olvido que los sentidos están divididos en cinco. 
Encuentro una razón para conservar mi desorden. Pluralizo mis defectos y, la verdad es que concretizo mi imperfección.

Cuando escribo, no encuentro motivos para hacer una canción. Simplemente reservo una cita con mi esencia y me permito ser yo. Nadie va a criticar nunca nada o al menos, yo no me voy a enterar.

A veces sonrío, me río, pero siempre, siempre, siempre, termino llorando lagos, ríos, mares que estoy segura me traerán docenas de arrugas en el ceño.

Cuando escribo, encuentro el semáforo en verde para mis sueños, imagino que son reales, los toco, me emociono y el teclado corre como un cometa desesperado.

Supongo que esa es la razón por la que uso tanto Word y el motivo por el que me encanta quedarme sola.