lunes, 14 de noviembre de 2011

Verdades

Una vez sentí que escribir era la forma de ponerle un curita a las heridas que me hice las veces que me encontré en el suelo sin que nadie me pueda levantar. Todo guardaba un tratamiento idóneo, hasta el compás con que mis lagrimitas caían.
Era increíble porque podía ponerle un final feliz a todo… Cada personaje me quería…También se convirtió en la forma de despedirme y de mandar un poco más lejos de lo que implica  el “increíble mundo feliz llamado MIERDA”. 
Eran las palabras que juntas me permitieron por mucho tiempo confesar lo que no podía gritar y también me permitieron huir muchas veces de la realidad.
Era tan tranquilizante ver como a  mi mano izquierda se le hacía tan fácil traducir lo que estaba aquí, tan adentro… todo fluía tan rápido, tan fácil… Siempre  terminaba llorando, volviendo a vivir todo, sintiendo cada frase por más ridícula que fuera.
De pronto, la forma de huir lanzó un apercibimiento impidiéndome hacerlo. Mis libros personales están guardados y últimamente ya no los busco ni los leo. Tengo miedo, el mismo que se aliviaba con un par de letras, sólo que ahora ese miedo se trasladó a tocar un lápiz, una tecla y presionar enter.
Borro lo poquito que escribo. Trato de no mencionar nada. Creo que ni siquiera quiero saberlo.  No quiero leer que estoy tan confundida.

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