Las
sombras de la calle persiguen sus rituales. No hay nadie, qué le van a
hacer. Caminan por los mares de la mano de mi cuerpo. Puedo ver un recuerdo que
se acerca en el tiempo. Como galletas, como si fuera ayer. Mis ojos brillan,
tanto tiempo, a través del viento y de las luces que alumbran la ciudad. Busco un lugar eterno, un poco lejos, que vaya
lento y no me haga mal. Miro adentro, se siente fresco, ya no hay más miedo. Es bueno estar acá.
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