domingo, 3 de noviembre de 2013

Anoche soñé con Sol.

Había perdido el tiempo toda la tarde en cosas que ya ni me acuerdo. Estaba en mis días. Me puse unos jeans claros, un top negro, una blusa de gasa  y un inusual blin blin. No tuve tiempo de peinarme. Empujé las botas a mis pies y metí dos cervezas en la cartera. Impuntual, once again. Caminé. Corrí. Intercalé hasta el paradero y subí a un micro. Marqué su número para disculparme. Llegué y como siempre, Sol no estaba molesta. Me esperó con una Coca-Cola. Subimos al taxi y yo, saqué las cervezas. Caminamos por el Puente de los Suspiros. Había demasiada gente: la Noche en Blanco. Nos paramos al frente de la iglesia. Hicimos un par de comentarios y nos dimos media vuelta. Fuimos a la plaza. Nos quedamos paradas un rato viendo a un par de bailarines y luego, nos distrajimos con la percusión. Era el turno de Lucho Quequezana. No podíamos pasar entre la gente. Caminamos por el boulevard. Nuestros pies nos llevaban al bar de siempre. Caminamos por Bolognesi y luego volteamos a la izquierda, Nicolás de Piérola, cuadra 1. Entramos, estaba vacío. Nos sentamos y tomamos un par de chelas más. Yo no paraba de hablar de Manuel Carpio. Pobre la Sol. Me encontré con una amiga de la universidad. Me emocioné. Estuvo con nosotras un rato. Todo estaba tranquilo hasta que se acercó desconocido número 1. De frente se sentó en la mesa, nos invitó una chela, nos quiso meter floro sobre nuestra ciudad y bueno, yo disfrutaba cagarlo una y otra vez. Sol no sabía dónde meterse, siempre tan amable ella.  Pedimos salchipapas. Desconocido número 1 se dio cuenta de la incomodidad y se retiró. La música estaba buenísima. Yo disfrutaba escucharla. Me quedé sentadita, casi inmóvil y me perdí con mi cabeza volteada a la derecha, con la mirada fija en un mismo lugar. Sol siempre me ha entendido. Sonó El baile y el salón. Me levanté de la silla. Me puse a tararear y a bailar. Terminó la canción y me volví a sentar. Cerca de nosotros, inclusive desde que desconocido número 1 estaba presente, me di cuenta de tres chicos conversando cerquita. De pronto, desconocido número 2 y desconocido número 3 se nos acercan (ambos eran parte de esos tres chicos). Sol bailó con desconocido número 2. Yo le dije que era antisocial a desconocido número 3.
 - No te pareció guapo mi amigo. 
- No es eso, es que soy antisocial.
- Ja, ja.
- Flavita, ¿estás bien?
- Sí, baila nomás.
Me quedé sentada. Desconocido 3 se quedó conversando con el  chico que no se acercó.  El chico que no se acercó hace rato me había visto de reojo. Yo me había dado cuenta. Yo me preguntaba por qué él no se acercó. Fue un pensamiento vago, en realidad. 
Esa fue la primera vez que Flavia vio a Mario. El chico que no se acercó era él. 

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