domingo, 9 de septiembre de 2012


No es muy fácil pretender borrar la mitad de un 2011. Tomar litros de cuentos como si fueran gaseosas y todavía heladas, me ha distraído algunas horas, pero no han servido a la finalidad de mis pretensiones.
Me dispuse hacer lo que más me gustaba, he sonreído, pero ni siquiera esos gustos han satisfecho las mismas pretensiones que ya me están gastando.
También traté de buscar en el pasado a un sapo verde del que alguna vez me había enamorado y, mierda, tenía que pensar antes de pronunciar su nombre porque si no lo hacía, se me salía el tuyo, así, casi de golpe.
Al darme cuenta que pasado y presente apestaban, trepé como loca, tratando de alcanzar el futuro más cercano, para poder salvarme, supongo. Salté lo más alto que pude, corrí y traté de despedir a los momentos en que me quedaba en mute causados por el corto (con nosotros de protagonistas) que se me venía a la cabeza y me dejaba un tantísimo ida.
He entrado a librerías, he buscado en Julio y Alfredo (Córtazar y Bryce, antes de que pienses que tan rápido te he cambiado) compañía. Me he abrazado de sus libros para terminar leyendo a Elena Poniatowska y Viviana Mellet como desquiciada.
He leído mil veces un mismo artículo en el que me siento descrita y la verdad que mis intenciones de hacerlo una y otra vez, fueron querer levantar mi ego y sentirme un tanto interesante y misteriosa y así, creer que merecía un plebeyo que pueda subir los un mil escalones para alcanzarme.
Cuando me he sentido sola, me he acostado y antes de permitirme ponerme triste o tan sólo que se me escape una sola lágrima, he preferido quedarme dormida. No sabes cuánto, pero cuánto he logrado pelearme con mis usuales insomnios y he sido una durmiente no tan bella, pero sí fugitiva. Eso lo tienes por demás, claro.
He escrito un par de cuentos con las ganas de que piensen que estoy loca y así, he logrado divertirme un poco, a veces. He cantado desafinado, casi gritando y me ha dolido por más de dos semanas la garganta.
No te he extrañado varios días, la he pasado genial con mis libros, mis amigos, pero he odiado intensamente los momentos en los que todo anda bien y de pronto, tu rostro aparece en mi cabeza y tengo mucho miedo de encontrarte y de si vas a saludarme.
He caminado pensando que tal vez justo ese día vaya a encontrarte y en el fondo, te busco con disimulo y cuando me rindo, me acuerdo de los buenos momentos... pero cuando siento que la pena se aproxima, no sé como hago para llegar a casa, tirarme en mi cama y dormir, al fin y al cabo.
Es por eso que concluyo que aún nada logra ayudarme con mis pretensiones. Pero ha pasado el tiempo y va a seguir pasando y todo se va a ir solucionando, no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario